Lo siento por la industria del paraguas, pero servidor siempre se los comprará en el todo a cien de debajo casa. ¿Motivos? Alguien pensará que, bajo el diminuto cono que conforma el minúsculo paraguas se puede ir más arrimado a las incautas que deciden acompañarme bajo la lluvia. O tal vez, el hecho de que plegadito sea tan pequeño, permite usarlo más como talismán antilluvia (comprobado, día que lo llevo en la mochila, el sol me funde todas las nubes, día que no lo llevo, poco más y llueven ranas). O quizás disfrute cuando uno de sus alambres sueltos amenaza con llevarse un ojo de algún transeúnte.
Pues, ojala. Eso significaría que ahora mi viejo paraguas de todo a cien no estaría perdido en el limbo junto con algunos pares de calcetines a los que perdí la pista.
PD: Sí, ayer me volví a dejar el paraguas en algún sitio. Si alguien lo encuentra ¡que tenga cuidado con los ojos al abrirlo!
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