Tremenda la vista del castillo de Alicante que tenía en mi terracita. Por la noche con la luna era estupenda, digna de una postal. Eso sí, si bajabas un poco los ojos podías ver a un señor gordo en calzoncillos viendo la tele que estropeaba un poco el asunto.Este engendro del mal es el fruto de una noche de borrachera de un gato con una escobilla del water. Con esa mirada acusadora hasta a José Coronado inflado de bifidus le habría costado... “ya sabes”.
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