martes, 2 de noviembre de 2010

SANGRE, AJO Y AGUA BENDITA

Que levante la mano quién, de pequeño, se tapaba con la sabana hasta arriba del cuello, con la esperanza de que la tela hiciese efecto campo de fuerza protector y no llevarse un mordisco del vampiro de turno. Algo casi tan efectivo como hacerle un buen nudo a la mochila que dejas en la playa para evitar que la roben.

Hoy en día no creo que se haga eso. Los chupasangres de antes imponían, los de ahora acaban en las carpetas de las adolescentes y son portada de revistas tipo superpop (¿aún existe la superpop? Dios, que viejo me siento), lo que les resta credibilidad.

Hale, ya tenéis un post terrorífico de Halloween, no sé qué da más miedo que un vampiro te deje seco o ver en lo que se han convertido. Un saludo.

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