jueves, 18 de noviembre de 2010

BASADO EN PENSAMIENTOS REALES

Nadie da un duro a cuatro pesetas, decía mi abuela. Y también que el señor que vendía regaliz en la puerta del colegio en realidad la untaba con jaco para así engancharnos de pequeños al negocio. Eso sin olvidar las endiabladas calcomanías, las chupabas para tatuarte a los snorkels en tu brazo y así ligar con la vecina, pero sin saberlo estabas convirtiéndote en un adicto a la cocaína. Leyendas urbanas a parte, cuesta fiarse de las cosas gratis o muy baratas... ¿qué oscuro interés puede tener un señor con un cartel ofreciendo abrazos gratis?

No hay comentarios: