sábado, 22 de octubre de 2011

CAJA TONTA, ¡TONTA!

El otro día me percaté que una capa de polvo y telarañas cubre mi televisor. No es que no lo limpie es que apenas lo enciendo, y si lo hago es para ver algo guardado en un pendrive o DVD. La programación me importa entre cero y nada últimamente. De hecho es curioso como a las cadenas se les llena la boca con que son los número uno en audiencia o los que más molan o que su estreno ha sido el más visto o yo qué sé que estupideces. Me sorprende mucho cuál es la temática que manda en las audiencias y qué cadena es la que más tiene. A veces he pensado que los cacharritos que la miden deben estar trucados (incluso he pensado que tenían más probabilidades de existencia que los cocodrilos en las alcantarillas o el perro de Ricky Martin). Ni idea, no conozco a nadie que tenga uno y sobre estadística dí una clase en la facultad de unas pocas horas que borré de mi memoria hace años en alguna noche de borrachera. Pero dejando de un lado si el mecanismo de medición es correcto o no, hay un detalle que me escama. Todos estos datos ¿son cotejados teniendo en cuenta cuánta gente opta por dejar apagado la tele? Me da en la nariz que no.
PD: La tira cómica quizás os suene, es una tira antigua. A falta de material nuevo he echado mano de los archivos ;-).

sábado, 15 de octubre de 2011

DEL DERECHO A LA EQUIVOCACIÓN

Dicen que los chinos usan la misma palabra para crisis como para oportunidad. El sentido común nos dice que estos deberían ser tiempos de cambio, deberíamos aprender los errores del pasado y tratar de mejorar nuestro sistema para que no se repitiesen. Sin embargo lo que vemos es que las cosas cambian poco o nada, parece que ante el chaparrón la conducta popular es ocultarse bajo la mesa y esperar a que pase para poder volver a la situación anterior de culto al ladrillo.
El porqué es esto yo creo que es por nuestra educación. El otro día vi un vídeo en el que un señor hablaba de que uno de los grandes fallos del sistema educativo era que no nos preparaba para equivocarnos, es decir salimos de colegios y universidades con la mentalidad de que un buen profesional es alguien que nunca mete la pata. Vale, ¿pero qué pasa cuando alguien la pifia y todo se va al carajo? Pues, lo que hacemos es ante todo no admitir el fallo y si podemos pasarle el muerto a otro, porque no se nos educa para solucionar marrones se nos educa para no cometerlos. Un fallo muy grave ya que los marrones ocurren y todo el mundo más tarde o más temprano la caga.
Un ejemplo bastante ilustrativo son las compañías telefónicas, cuando algo va mal nadie sabe decirnos que es lo qué pasa ni cuándo se va a solucionar. Nos toca hablar con un muro de teleoperadores, en muchos casos explotados, a quienes se les adoctrina para nunca decir que "algo va mal" aunque el edificio esté en llamas. No es ninguna trola el hecho de que en los cursos de formación a los teleoperadores se les enseña a evitar determinadas palabras como incidencia o no porque son palabras negativas.
O si no el transporte, avión, tren, etc... Un domingo me volvía a Alicante y el tren sufría un retraso bastante gordo sin que nadie explicase por qué. Cuando por fin llegó a mitad de trayecto se paró al lado de otros tantos trenes. Una tormenta brutal había estropeado el tendido eléctrico de modo que la única manera de mover los vagones era con una máquina que funcionaba a gasolina yendo a recogerlos de uno en uno. Llegué cerca de las cuatro de la mañana a mi casa cuando lo normal es sobre las once. Si me lo hubiesen dicho y dado la opción de devolverme el dinero me habría pillado un autobús. Del modo que lo hicieron tuvieron que devolverme el dinero igualmente y encima dieron una imagen lamentable.
Nos costó un tiempo largo que alguien admitiera que la cosa estaba mal, aun hoy en día hay meses que se dice que las cosas ya se empiezan a arreglar mientras la gente sigue sin encontrar empleo y ahogada con los gastos, y los políticos más que plantear soluciones de verdad se van pasando el muerto de unos a otros. ¿Habrá alguno que realmente esté preparado para arreglar este marrón? ¿Una especie de "el señor lobo" de Pulp Fiction? Esperemos que sí, aunque lo dudo mucho, porque si no apañados estamos.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

DESCONEXIÓN


 He estado unos días por Amsterdam y uno de los detalles más curiosos del viaje fue el apartamento dónde nos alojamos. No era un apartamento destinado a que la gente lo alquilase, ¡era un apartamento donde vivía una persona! Podías ojear su colección de discos DVDS, libros, alguna foto (no todas porque determinadas estanterías estaban tapadas con sabanas cuidadosamente grapadas) e incluso habían cosas en la nevera (que sospecho eran de otros ocupantes de la casa). También todos los armarios estaban cerrados a falta de llave y había una puerta misteriosa que no se abría. Todo esto, junto con la inclinada y estrecha escalera, que usábamos para atravesar la oscuridad que nos llevaba al piso, hacían de nuestro alojamiento un escenario más que digno para rodar una historia de terror.


No sé si durante la noche, la puerta secreta se abrió y de ella salió el cadáver de una quinceañera emo morena reptando a cuatro patas dispuesta a matarnos de un susto porque llegábamos tan deshechos de caminar que apenas tocar la cama me quedaba frito (todo a pesar del considerable repelús que daba dormir allí).

El único testimonio de que no nos encontrábamos de ocupas en Amsterdam y en cualquier momento iban a  entrar por la puerta los verdaderos dueños del hogar era un libro de visitas en el que se nos pedía dejásemos algo escrito.  Una persona una vez me dijo que tengo la suerte de que me guste dibujar, ya que siempre que tenga un lápiz y un pedazo de papel no me voy a aburrir. Nada más cierto, mientras esperaba a que el resto se arreglase me dispuse con el boli a dejarle ese pequeño garabato que ilustra esta entrada. El dibujo es irónico, ya que retraté un bonsái a tamaño gigante (o a nosotros a tamaño liliputiense) y  puse un enorme sol como un limón en el cielo. Un sol que brilló por su ausencia durante todo el viaje pero que no evitó que pudiéramos disfrutar de una ciudad tan bonita como ésta. 


sábado, 3 de septiembre de 2011

ALAS NEGRAS XVI: TELÓN

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El Monstruo ya no existía. Las fuerzas abandonaban a Harriet pero tenía suficiente energía para sonreír una última vez.
—Gracias, Tomeu.
—No me las des. Quería ponerme al día contigo y el muy capullo no paraba de parlotear jilipolleces. No me ha quedado otra que pegarle un tiro.
Harriet, a pesar de los dolores, soltó una carcajada.
—Vale, luego habrá tiempo para charrar —dijo Tomeu—. Ahora tenemos que irnos, hay que llevarte a un hosp…
—Tomeu, no. —Harriet continuaba con su manía de interrumpirle—. Yo me quedo, no creo que pueda recorrer la distancia que nos separa a la puerta, ni mucho menos llegar al hospital. Pero tú debes irte, tú debes vivir. Márchate, por favor.
La pena le ahogaba, las lágrimas mojaban sus mejillas y se mezclaban con el agua de los aspersores. Sabía que iba a morir, la magia de las alas había desaparecido. Verona se lo había dejado bien claro. Aquel tatuaje le cubriría con un manto de oscuridad que la ocultaría de todo aquel capaz de hacerle daño —y resultaba que Tomeu era la única persona incapaz de dañarla, ¡maldito juego de palabras!—, pero en el momento que alguien la alcanzase el hechizo quedaría roto.
Su amigo no se movía del sitio, parecía a punto de decir algo en cualquier momento pero permanecía en silencio.
—En serio, Tomeu: Vete. No quiero que nada malo te pasé por mi culpa. Eres mi mejor amigo, el único que he tenido. La persona con la que más feliz he sido, con la que más me he reído jamás. No quiero marcharme de este mundo con la sensación de que por mi culpa…
—Y una mierda —Tomeu rompió su silencio, sacó la pistola y se le acercó.
—Tome…
—He dicho que: Y una mierda. No me interesa nada de eso. Los amigos de verdad no tienen que decirse esas mariconadas, hay una especie de pacto no escrito al respecto ¿recuerdas? —sonrió y le guiñó un ojo—. Mira, Harriet, hay una parte de mí que está loco por ti, pero otra te odia con toda su alma. Y por una vez en su vida ambas están de acuerdo: No te pienso hacerte caso. Todo el mundo ha estado decidiendo por mí cómo he de vivir mi vida, pero nadie me va a decir cómo debo morir. Y por lo que a mí respecta hoy es tan buen día como cualquier otro.
—Dices frases sin sent…
—Ah, ah. No me vas a convencer, perdiste tu oportunidad hace mucho, querida. No vas a morir sola por mucho que te empeñes.
Harriet, se resignó. ¡Maldito cabezota! Si supiera el daño que le estaba haciendo… pero tenía razón. Ella no tenía ningún derecho de pedirle nada a estas alturas. Hizo un último esfuerzo, se puso en pie y sacó su pistola.
—En ese caso, más vale que me incorporé y reciba a la muerte como Dios manda. No es de buena educación morir tirada en el suelo.
Por lo menos había conseguido hacer reír a Tomeu en aquellos últimos momentos. La puerta se abrió y entraron una veintena de matones armados hasta los dientes. Harriet no sabía si había llegado a abatir a uno, dos o ninguno. La cosa había ido rápida y antes de que se diera cuenta había recibido un par de impactos en el pecho que la habían tumbado.
En el suelo, justo a su lado había caído Tomeu también. La miraba y le extendía la mano como tratando de alcanzarla mientras la vida se les escapaba a los dos. Harriet no pudo evitar sentir la ironía. Al igual que su madre se había reído de las condiciones impuestas por Verona tras tatuarse las alas. Aquel contrato con las sombras, tan inverosímil en aquel momento… cobraba ahora un triste sentido.


Se apagaron las luces de la noche
Y el alegre día despunta en las cimas brumosas
He de irme y vivir, o quedarme y morir.

Romeo y Julieta
WILLIAM SHAKESPEARE

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ALAS NEGRAS XV: REENCUENTRO

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—¿T…T…Tomeu?
Era ella, no había ninguna duda. Una mirada suya y todo el mundo se esfumó alrededor de Tomeu, sólo estaban ellos dos. De repente todos los viejos recuerdos se habían agolpado en su cabeza y habían expulsado los nuevos. Se acercó a Harriet, la abrazó y la besó en los labios. Antes le habría aterrado siquiera intentarlo, pero en aquel momento pareció la cosa más natural del mundo. Hubiera querido que el planeta dejase de girar en ese preciso instante y todos los relojes quedasen congelados para siempre. Pero no fue así.
Se separaron y se miraron. Durante unos minutos ninguno se atrevió a decir nada. Fue Harriet la que finalmente rompió aquel silencio incomodo.
—¿Qué… qué haces tú aquí?
—Ya ves, está visto que es donde tenía que estar para recibirte.
—¿Y te parece que está es forma de recibir a una dama? Tantos años enseñándote cómo debe comportarse un caballero y tú vas y nos recibes con balas en lugar de rosas y bombo… ¡cof, cof!
Harriet tosió sangre. La herida del disparo era bastante fea y se estaba desangrando a marchas forzadas. Si no recibía atención médica pronto lo más probable era que no pasase de ésta. Pero no iban a tener esa suerte. Los goznes de la puerta enorme de acero se abrieron y el Monstruo emergió de ella.
—¡Bien hecho, Tomeu! ¡Sabía que podía confiar en ti! —dijo el Monstruo, que al parecer había estado monitorizando todo lo ocurrido a través de una cámara que había en el techo
En ese momento dirigió su mirada a Harriet, que permanecía sentada en el suelo ausente y pálida por la pérdida de sangre.
—No sé qué clase de monstruito eres pero da igual. He llamado al personal de abajo y en breve subirán, aunque no creo que hagan falta. En el estado que estás no eres gran cosa. —Le apuntó con su arma—. Me encargaré yo mismo de acabar contigo, zorr…
No le dio tiempo a terminar la frase. Es lo que tiene que una bala despedida a una velocidad vertiginosa se te instale en el cráneo, pulverizándolo y haciéndolo trizas. Tomeu se guardó la pistola humeante en el cinto y dirigió su atención a Harriet.

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viernes, 29 de julio de 2011

ALAS NEGRAS XIV: ANGEL IN DEVIL SHOES




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La criatura se deslizó a la habitación, y le recibió una ráfaga de disparos. Ni una de las balas dio en el blanco, todas zumbaban a su alrededor y acababan estampadas en la pared. Dispuesta en medio de aquellos tarugos, trazó un semicírculo de dolor sobre ellos cortando brazos y abriendo tripas. Algún rezagado trató de escapar pero le reventó los sesos antes de que sus pies tocaran la puerta. Todo estaba yendo bien. Los últimos corrieron hacia ella lanzándole una inútil lluvia de balas. Pasó a través de ellos como un cuchillo que corta mantequilla. Cayeron hechos pedazos.

Se relamió. Estaba ya cerca de su meta, tras tantos años. Sólo se interponía una enorme puerta de acero entre ella y el Monstruo. Un ruido atronó a su espalda, se había dejado uno. Y fue entonces cuando sintió una aguja de dolor y algo cálido y viscoso. Le habían dado, lo imposible había ocurrido.

Corrió a ponerse a cubierto detrás de una mesa, mientras de reojo veía el rostro familiar de su verdugo. El dolor se extendió por todo su cuerpo y mente como un cáncer. Por fin los acertijos de Verona tenían sentido. Y no podía ser en peor momento.


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ALAS NEGRAS XIII: SERÁ ESTA NOCHE


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El disparo dentro de la cámara acorazada sobresaltó a Tomeu y el resto de guardias que esperaban afuera. «¿Le habrán…? » pensó. A toda prisa abrieron la compuerta y vieron a Guillermo con una pistola humeante en la mano y a Antonio, uno de sus más antiguos subalternos, en el suelo con la cabeza reposada en un charco de sangre.
—¿Está bien, jefe? —dijo uno de los matones.
—¡Maldita mierda! —la cara del Monstruo estaba blanca como la cal—. Será esta noche. Han enviado a Antonio para anunciarme que esta noche vendrán a por mí —levantó la mirada y se dirigió a sus hombres—. ¿Qué hacéis ahí parados, cojones? Avisad abajo que registren el perímetro, seguro que lo qué quiera que venga esta noche iba detrás de Toni. Quiero que guardéis mi puerta con la vida, no os mováis de ella ni para mear. Si os lo tenéis que hacer encima os lo hacéis encima. ¡Largo de aquí!
El Monstruo furioso empujó a sus hombres fuera del dormitorio. Se oyó una fuerte explosión y saltaron las alarmas. Una lluvia de agua surtió de los aspersores, empapando violentamente al personal.
—¡Fuera! ¡Fuera! ¡FUERA! —les gritó mientras les echaba a patadas de la habitación y cerraba a cal y canto el portón metálico. Tomeu no sabía qué clase de equipo llevarían los intrusos, pero tenía la sensación que haría falta una bomba nuclear lo menos para tirar abajo aquella masa de acero.
Entre el sonido de la alarma, el agua y el miedo reinante, aquello era un caos. Algunos de los otros matones estaban claramente nerviosos mirando a todos lados sin saber qué hacer, a uno hasta se le cayó el cargador de la pistola al suelo. Otros ya estaban preparados apuntando a la puerta con sus pipas temblorosas. Todos unos idiotas. Fuera lo que fuese que iba a entrar, atacarlo de frente era una estupidez. Tomeu mantuvo la calma —tenía miedo por supuesto, pero estaba ya tan acostumbrado a vivir con ello que casi ni se daba cuenta— se agazapó en una esquina, escondido y quedó a la espera de que aquello entrase y le diese la espalda. Preparó su pistola, no tenía muchas intenciones de usarla pero, si todos los demás fallaban, lo haría. Tampoco tenía intenciones de morir aquella noche.
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