lunes, 4 de agosto de 2008

CALOR ENLATADO

Esta mañana a duras penas te prestaba la atención que merecías. No era porque no me importase lo que querías decirme, sencillamente tenía el cerebro derritiéndose como un helado de fresa olvidado en pleno chiringuito de playa. El maldito aire acondicionado no funcionaba en la oficina. Consecuencia de ello, todas las moléculas de agua de mi cuerpo (más o menos un 60 % del todo dicen) han comenzado a agitarse a más velocidad de la acostumbrada (¡viva la revolución!), separándose peligrosamente de la cercanía que supone un enlace molécular líquido.

La buena noticia es que no soy una langosta, así que la cocción no ha podido conmigo. La próxima vez probad con estacas y ajo... ¡quién sabe!

PD: Mis neuronas siguen medio fritas.

No hay comentarios: