viernes, 8 de julio de 2011

ALAS NEGRAS I: TOMEU

Toda aquella sangre y aquellos cuerpos mutilados era lo único que quedaba de los otros guardias. El único superviviente, Tomeu, no daba crédito a lo que acababa de suceder. La muchacha delgaducha, que se encontraba parapetada con una mesa gimiendo de dolor a causa de un disparo, era la causante de la matanza. Aquella chusma había sido incapaz de hacerle ni un rasguño. La joven los había exterminado salvajemente como los animales que eran ante la mirada de Tomeu, quien había permanecido escondido hasta el último momento. Aquel último momento en que no le había quedado más remedio que abatirla por la espalda.

La situación no podía ser más molesta. La lluvia de los aspersores del techo le había dejado empapado, gotas de agua se deslizaban por todo su cuerpo desde la punta de la nariz hasta el interior de sus zapatos. Para rematar, el timbre incómodo y agudo de la alarma de incendios atronaba sus tímpanos, dándole ganas de arrancárselos. Pero lo que más le cabreaba a Tomeu era haber tenido que disparar a aquella chica de esa forma.

Tomeu odiaba su trabajo, era un matón, un asesino a sueldo, pero no lo era por gusto, circunstancias de su vida le habían llevado hasta ese punto. Cada noche hacía terribles esfuerzos por olvidar, buscaba una redención, una salida, una luz al final del túnel. Pero nunca la encontraba. Aquel túnel parecía terminar en una pared de ladrillos compuesta únicamente por más oscuridad.

Dio una brusca patada a la mesa que usaba como protección la intrusa y allí la encontró de espaldas mirándole temblorosa desde un charco rosado de sangre diluida. En sus ojos pudo ver tristeza, ira y al mismo tiempo algo familiar. No tenía importancia, debía de ejecutarla. Amartilló el revólver, no sin antes echarle un último vistazo, la chica en cuestión era realmente hermosa. Un largo flequillo mojado le caía en finas hebras castañas tapándole el rostro. Se entreveía cierta belleza en aquellas líneas y ángulos que dibujaban su cara. Tenía un tipo atlético embutido perfectamente en unos vaqueros negros y un top que dejaba al aire toda la espalda, en la cual se podían ver dibujadas dos alas negras en sendos omoplatos. Dos alas negras.

Un estallido de recuerdos tristes azotó la cabeza de Tomeu. Dos alas negras. No podía ser. Y sin embargo… bajó el arma, flexionó sus rodillas y se acercó.

—¿Harriet?


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2 comentarios:

Narayani dijo...

Hola!!! cuanto tiempo!!! he vistro que has publicado un relato en el blog pero no lo he leído aún. Me pondré en cuanto pueda (estoy con un portátil que va despacito porque mi ordenador sigue malito...)
Qué tal va tu verano?
Un beso!

Jose dijo...

Hey! pues si hacía tiempo que no te veía por aquí (imaginaba en parte las vacaciones en parte tu ordenador). Pues sí, hice unas ilustraciones para inspirarme en un relato y una vez lo terminé decidí ponerlo por aquí, en septiembre se termina :-). Eso sí el blogger me tiene frito porque hace lo que le rota con el formato de las fuentes y demás. Da igual como lo configure que luego cuando publico me llevo sorpresas a veces ¿a ti te pasa alguna vez?
Mi verano por ahora currando aunque bien. En septiembre me vengo de todos vosotros y me pillo unas inmerecidas vacaciones :-D.
Besos y que se ponga bueno tu ordenador pronto!!!