sábado, 3 de septiembre de 2011

ALAS NEGRAS XV: REENCUENTRO

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—¿T…T…Tomeu?
Era ella, no había ninguna duda. Una mirada suya y todo el mundo se esfumó alrededor de Tomeu, sólo estaban ellos dos. De repente todos los viejos recuerdos se habían agolpado en su cabeza y habían expulsado los nuevos. Se acercó a Harriet, la abrazó y la besó en los labios. Antes le habría aterrado siquiera intentarlo, pero en aquel momento pareció la cosa más natural del mundo. Hubiera querido que el planeta dejase de girar en ese preciso instante y todos los relojes quedasen congelados para siempre. Pero no fue así.
Se separaron y se miraron. Durante unos minutos ninguno se atrevió a decir nada. Fue Harriet la que finalmente rompió aquel silencio incomodo.
—¿Qué… qué haces tú aquí?
—Ya ves, está visto que es donde tenía que estar para recibirte.
—¿Y te parece que está es forma de recibir a una dama? Tantos años enseñándote cómo debe comportarse un caballero y tú vas y nos recibes con balas en lugar de rosas y bombo… ¡cof, cof!
Harriet tosió sangre. La herida del disparo era bastante fea y se estaba desangrando a marchas forzadas. Si no recibía atención médica pronto lo más probable era que no pasase de ésta. Pero no iban a tener esa suerte. Los goznes de la puerta enorme de acero se abrieron y el Monstruo emergió de ella.
—¡Bien hecho, Tomeu! ¡Sabía que podía confiar en ti! —dijo el Monstruo, que al parecer había estado monitorizando todo lo ocurrido a través de una cámara que había en el techo
En ese momento dirigió su mirada a Harriet, que permanecía sentada en el suelo ausente y pálida por la pérdida de sangre.
—No sé qué clase de monstruito eres pero da igual. He llamado al personal de abajo y en breve subirán, aunque no creo que hagan falta. En el estado que estás no eres gran cosa. —Le apuntó con su arma—. Me encargaré yo mismo de acabar contigo, zorr…
No le dio tiempo a terminar la frase. Es lo que tiene que una bala despedida a una velocidad vertiginosa se te instale en el cráneo, pulverizándolo y haciéndolo trizas. Tomeu se guardó la pistola humeante en el cinto y dirigió su atención a Harriet.

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