viernes, 29 de julio de 2011

ALAS NEGRAS XIV: ANGEL IN DEVIL SHOES




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La criatura se deslizó a la habitación, y le recibió una ráfaga de disparos. Ni una de las balas dio en el blanco, todas zumbaban a su alrededor y acababan estampadas en la pared. Dispuesta en medio de aquellos tarugos, trazó un semicírculo de dolor sobre ellos cortando brazos y abriendo tripas. Algún rezagado trató de escapar pero le reventó los sesos antes de que sus pies tocaran la puerta. Todo estaba yendo bien. Los últimos corrieron hacia ella lanzándole una inútil lluvia de balas. Pasó a través de ellos como un cuchillo que corta mantequilla. Cayeron hechos pedazos.

Se relamió. Estaba ya cerca de su meta, tras tantos años. Sólo se interponía una enorme puerta de acero entre ella y el Monstruo. Un ruido atronó a su espalda, se había dejado uno. Y fue entonces cuando sintió una aguja de dolor y algo cálido y viscoso. Le habían dado, lo imposible había ocurrido.

Corrió a ponerse a cubierto detrás de una mesa, mientras de reojo veía el rostro familiar de su verdugo. El dolor se extendió por todo su cuerpo y mente como un cáncer. Por fin los acertijos de Verona tenían sentido. Y no podía ser en peor momento.


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