sábado, 23 de julio de 2011

ALAS NEGRAS V: MAGIA

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«Hoy es el día y qué sea lo que Dios quiera» pensó Tomeu mientras se lavaba las manos en el baño del cine. El rostro que le miraba en el espejo destilaba desconfianza por todos lados pero era el único que tenía. Durante años había querido expresarle sus sentimientos y nunca hallaba el momento. El miedo siempre encontraba buenas excusas para evitar esa conversación incomoda. Pero hoy no, hoy apagaría todas las vocecitas de su cabeza y se tiraría a la piscina. Si salía mal, siempre podría echar marcha atrás y volver al mismo punto en que se encontraba ahora.

Pero, ¿cómo lo hacía? Había ensayado miles de millones de veces el escenario en su cabeza y nunca salía bien. O su discurso sonaba excesivamente cursi o demasiado brusco. Tal vez no debería de decir nada, sencillamente cogerla de la mano, aproximarse poco a poco, mirarla a los ojos y besarla sin más. ¡Dios! No paraba de sudar. «¿Y si me precipito demasiado y sin querer le lanzo un cabezazo?» No le dio tiempo a divagar más, ya que ahí estaba Harriet en la puerta del baño increpándole.

—Joder, Tomeu, como tardas, hijo. Anda no te retoques tanto el rímel, que total aunque la mona se vista de seda en mona se queda.

—No… no estaba retocándome… —tartamudeó Tomeu bastante nervioso.

—Ya lo sé, idiota. Sólo estaba picándote como siempre. Hoy estás un poco espesito ¿no? La verdad que te noto serio.

«¡Mierda! Tengo que mostrar una cara amable o si no notará mis temores y lo echaré todo a perder» pensó Tomeu mientras ampliaba su sonrisa todo lo que podía.

—Vale, ya no te noto serio. Pero ahora parece que quieres matar a Batman —dijo Harriet mientras se deshacía en risas y le pasaba el brazo por el hombro a su amigo—. De todos modos no me extraña que estés así. ¡Vaya mierda de película, tío! Lo único que me gustó fue el tatuaje de la chica. ¿Te fijaste? Las dos alas negras en la espalda.

Tomeu no había prestado ni una décima de segundo de atención a la película. Se la había pasado enterita dándole vueltas al asunto que se traía entre manos. Aunque sí que le había llamado la atención el tatuaje en cuestión.

—Sí que me fijé. Pero era un poco excesivo. No sé, a mí no me va demasiado ese rollo. Dejarte un dibujo ahí para toda la vida, mancharte el cuerpo. Al principio puede que te haga gracia pero seguro que luego te cansas y quitártelo cuesta como el doble.

—Sin duda recitas como un loro algo que habrán dicho tus padres sobre el tema —replicó Harriet la cual volvía a chotearse de su amigo—. Un tatuaje es algo más que eso, es un modo de expresión artística. Yo no me tatuaría cualquier dibujo por muy bonito que fuese, tendría que ser algo que me representase, con lo que me sintiese identificada. De hecho, hoy creo que por fin he encontrado el que quiero, ¡hazte a la idea que esas dos alas van a acabar plasmadas en el lienzo que es mi espalda!

—No recito como un loro—dijo Tomeu, consciente de que sí que recitaba como un loro—. Además no es sólo eso. Hay que pensar también en cuestiones de salud. A saber si las agujas que usan en esos tugurios están correctamente desinfectadas, que hoy en día no te puedes fiar de nadie.

Harriet soltó una carcajada.

—Nada, si te vas a quedar más tranquilo, llevaré un preservativo puesto en el índice mientras me perfilan las alas— dijo Harriet al tiempo que le tapaba los labios con un dedo—. Para mí esto es importante. ¿Cómo explicártelo para que lo entiendas? ¿Tú crees en la magia, Tomeu?

No sabía que decirle. A su amiga siempre le había gustado el misticismo y todo lo paranormal. De hecho de pequeños siempre le arrastraba a ver películas de terror que luego le dejaban en vela toda la noche. Una vez incluso le convenció para que jugaran con una güija que pertenecía a la madre de Harriet. Tomeu estaba seguro que no les había hablado ningún espíritu y que todo había sido una tomadura de pelo de su compañera de trastadas. No obstante, Harriet consiguió que estuviera dos semanas casi sin pegar ojo.

—Imagino que no te refieres a la magia del Gran Tamarit. —dijo Tomeu con una sonrisa franca en sus labios—. No sé, Harriet, ya me conoces, soy de naturaleza más bien escéptica.

—Escéptica ¿eh? Pues hay que creer en algo, amigo—dijo Harriet mientras le daba unos golpecitos en la frente—. He estado leyendo libros antiguos de mi madre y en ellos hablan de la magia. De cómo existe realmente, sólo que nos hemos olvidado que está ahí. Le hemos cambiado el nombre quizás, la llamamos arte. ¿Cómo se explica si no que una canción pueda despertar los sentimientos más profundos de una persona? ¿O qué mediante un relato, un escritor sea capaz de crear todo un mundo en su mente y trasladarlo a la cabeza de un lector?

»Lo mismo ocurre con los dibujos. A veces sencillamente evocan la misma imagen en sí. Pero cuando realmente son poderosos es cuando representan una idea. Si están bien hechos, su verdadera naturaleza nos golpea en la cabeza, vemos la idea y, lo que es más importante, creemos en ella. Imagínate pues, el infinito poder que tiene un dibujo impreso directamente en la piel de una persona. Un tatuaje.

Tomeu se había perdido a mitad de discurso. Veía que la conversación transcurría por derroteros que le situaban a kilómetros de dónde quería estar realmente.

—Yo… yo… yo sí creo en algo. Creo en nosotros.

La cara de Harriet cambió, frunció el ceño y su expresión mostró extrañeza. Aquel rostro angustió aún más a Tomeu, que daba la situación por pérdida, pero una vez llegados a ese punto tenía que continuar o nunca se lo perdonaría.

—¿Qué? —dijo Harriet antes de que Tomeu volviese a la carga.

—Quiero… quiero decirte algo Harriet. Llevo ya tiempo dándole vueltas a una cosa —tragó saliva y prosiguió—: Nos conocemos de hace mucho tiempo ¿verdad? Y yo nunca te he dicho lo especial que eres para mí.

Tomeu volvió a pensar en su idea de hablar menos y actuar más, buscar contacto físico. Pero su cuerpo acartonado no le respondía.

—Yo también te aprecio, tonto. Pero no entiendo a qué viene todo esto ahora. Los amigos de verdad no tienen que decirlo, es una especie de pacto no escrito que evita situaciones embarazosas como ésta.

Tragó mucha más saliva de la que podía tragar. «¿Amigos? ¡Mátame, camión! Estoy perdido». Pero, aún así le había dicho que le apreciaba, quizás tenía una pequeña esperanza. Aunque tuviera una posibilidad del cero coma muchos ceros y un uno, merecía la pena intentarlo por Harriet.

—No me refería a eso. Yo quiero que seamos algo más que amigos. Sé que todos los tíos con los que has estado se han portado fatal contigo, pero yo te prometo que no seré así. Yo sólo quiero que seas feliz. ¿Quieres salir conmigo?

Se arrepintió de aquella última frase justo momentos antes de que escapara de su boca sin remedio. Pesaba como una enorme losa e impregnaba todo el espacio de un silencio incomodo

—Lo siento, Tomeu, yo no veo las cosas igual. Te quiero mucho, pero no de ese modo.

Más silencio. Más del que cabía en aquellas calles.

—¿Y no podríamos…?

—No, Tomeu, no —interrumpió Harriet—. Yo estropeo cada relación, sé que es un tópico pero es así, estoy rota y soy incapaz de implicarme. No podría perdonarme hacerte daño de ese modo.

—Vaya…yo… —Tomeu no tragó más saliva, tenía la boca seca—. Pues definitivamente no voy a viajar nunca en el tiempo en un Delorian.

—¿¡Cómo!?

—Siempre pensé que si metía la pata de este modo contigo dedicaría el resto de mi vida a construir un condensador de fluzo para poder viajar justo antes de este momento y advertirme que no lo hiciera. Pero mi yo del futuro parece haberse quedado atascado en su línea temporal —dijo Tomeu mientras le guiñaba un ojo. A través del rostro serio y preocupado de Harriet se escapó una media sonrisa—. ¿Podemos seguir como antes? ¿Podemos seguir siendo amigos?

Harriet frunció de nuevo el ceño. Estudió los ojos preocupados de Tomeu y se tomó su tiempo para darle una respuesta.

—No, lo siento. Esto lo cambia todo. Creo que debemos distanciarnos, es lo mejor.

El sonido de aquellas palabras le aplastó como un tanque que pasa por encima de una lata. Sus pulmones no tenían espacio para más aire y su corazón luchaba con frenesí por salírsele por la boca.

—¿Estarás bien? —dijo Harriet.

—Sí… sí. —mintió Tomeu—. Al mes que viene empiezo en un nuevo curro, en la discoteca del barrio como portero. Supongo que me ayudará a mantener la cabeza ocupada en otras cosas. Y además seguro que conoceré muchas chicas, je.

El rostro de Harriet mostró preocupación por su viejo compañero de fatigas. Como si realmente temiese por él, cosa que a Tomeu le había quedado claro que no podía ser.

—No deberías trabajar de eso, ni allí. Tú vales mucho más. Prométeme que buscarás otra cosa, algo mejor y lejos de este barrio inmundo.

—De.. de acuerdo— aquella promesa era papel mojado. Tomeu no conocía más que aquellas calles y no tenía recursos para buscar otra cosa. Pero negársela a Harriet habría supuesto alargar aquello más de lo necesario y de lo único que tenía ganas ahora era de ir corriendo a su casa a esperar que acabase aquel día de mierda.

—Bueno, debo irme, Tomeu. Cuídate, ¿vale? —dijo Harriet mientras le cogía de la mano y le plantaba un beso en la mejilla.

—Adiós. —contestó un Tomeu en estado catatónico.

Harriet se perdió a toda prisa por las calles mientras Tomeu se quedó allí. Si esto fuera una película, habría comenzado a llover. Si esto fuera una película, encontraría un modo de arreglarlo todo y volverían a estar juntos. Pero esto no era una película, era la vida real y un sol como un limón lucía en el horizonte.


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3 comentarios:

Narayani dijo...

Hola Jose!!!

Seguro que ya estabas pensando que me había olvidado de ti y de Alas negras, ¿verdad? Pues no!! He empezado a leer y me he quedado en este punto. Seguiré poco a poco. Por ahora me está gustando mucho :-)

Hablamos!

Besos!!!

Jose dijo...

Jeje, me alegra que te guste.

La verdad que tengo abandonadísimo el blog. A ver si me hago al animo... pero por ahora me da una pereza, tengo la sensación de no tener gran cosa más que contar por aquí.

Besos!

Narayani dijo...

Bueno, tú tómate tu tiempo. Lo importante es hacerlo porque te apetece hacerlo, no por obligación.

Te sigo leyendo. Ya me queda menos para llegar al final de la historia :)

Besos!