viernes, 29 de julio de 2011

ALAS NEGRAS XI: PARANOIA


Si es la primera vez que lees algo de esto, pulsa aquí para ir al comienzo

«¿AÚN NO SABES QUIÉN SOY, MONSTRUO? PRONTO HARÉ QUE LO SEPAS».

En la foto se veía una de las últimas pintadas de lo que quiera qué fuese que estaba cargándose uno a uno a todo el personal de confianza del Monstruo. A Tomeu le llamó la atención el tono rojizo de las letras, ¿sería…? Pero no, no podía ser, eso sólo pasaba en las películas o en los tebeos.

—¿Has visto? Estos cabrones me están amenazando ahora con diversos mensajes—dijo Don Guillermo mientras sacaba otra par de fotos y las depositaba en la mesa—: «LA OSCURIDAD YA VIENE Y SE TE TRAGARÁ, MONSTRUO», «TODO LO QUE HAS TOCADO AHORA ME PERTENECE Y ESTÁ MUERTO».

El tipo estaba paranoico, los ojos bailaban en sus cuencas como si hubiese perdido completamente la razón. Y era bien posible que así fuese, desde aquellos últimos incidentes, si exceptuamos una corta escapada que hizo el día anterior, apenas salía de su habitación a la que había hecho instalar una puerta acorazada. Tenía cámaras por todos los sitios de la finca que monitorizaba desde su cuarto. Por no hablar de los cincuenta matones a sueldo, Tomeu entre ellos, que hacían guardia en aquella casa perdida en los montes.

—Pensaba que ya los teníamos, Tomeu. ¿Recuerdas a Marco y Mercucio? Hace poco les encargué que le ajustasen las cuentas al dueño de un local que me debía un par de meses. —Guillermo agitó su vaso de whisky y echo un trago apurándolo—. Están muertos, Tomeu. A Mercucio le abrieron el pecho y a Marco lo decapitaron. —«Creo que voy a echarme a llorar» pensó Tomeu—. Pero, lo más importante, el tipo del local había desaparecido. Ya te puedes imaginar que movilicé a todos mis contactos para que diesen con él. Puede que no tuviera nada que ver con este asunto, pero por lo menos los habría visto y arrojaría alguna pista.

Rellenó su vaso y echó otro trago.

—Ayer me notificaron que lo tenían. Estaba en un hospital recuperándose de sus heridas. Lo encontraron inconsciente en la calle y lo llevaron allí. ¿Te lo puedes creer? —«¿Por qué diablos me cuenta todo esto? » pensaba Tomeu fingiendo atención— Conseguí que nos dejarán a solas y le sometí a un interrogatorio. Le dije que si me contaba la verdad quedábamos en paz. Le prometí que no tendría que volver a pagarnos. ¿Y sabes lo que me contó?

»Que no sabía qué había matado a aquellos dos. Algo se le había acercado y le había perdonado la vida, una criatura invisible y extraña. Sólo recordaba de ella… la oscuridad. Como entenderás, no tuve otra que pegarle dos tiros por intentar tomarme el pelo.

Apuró el segundo vaso y se sirvió un tercero.

—Lo peor de todo es que, contra más lo pienso, más me parece que aquel loco decía la verdad. O al menos, creía que lo que estaba diciendo era cierto.

Pulsa aquí para ir a la anterior entrada.


Pulsa aquí para continuar.

No hay comentarios: