viernes, 29 de julio de 2011

ALAS NEGRAS X: SOMBRA


Si es la primera vez que lees algo de esto, pulsa aquí para ir al comienzo

La Criatura observaba en la sombra a sus dos próximas víctimas.

—Sólo te digo que no me gusta nada —dijo el más grandote.

—¿Qué? ¿Qué alguien esté yendo a por los nuestros? Es normal, hombre, gajes del oficio, yo no sé por qué te alteras —dijo el otro—. Mira, Marco, francamente, el jefe está acabado. Le están dando por todos los sitios. Si esos tipos, ya sean mafia rusa, austrohúngara o lo qué sea, hacen acto de presencia… ¡yo no me lo voy a pensar dos veces! Una polla me lio a tiros con ellos, les entregó al bueno de Willy en bandeja y envuelto para regalo con lacito y todo si hiciera falta. Y si luego quieren solicitar de nuestros humildes servicios y ponernos en plantilla, pues adelante.

—No se me había ocurrido. Eres un genio, Mercucio.

—Pues claro que sí, hombre —dijo el tal Mercucio mientras se encendía un pitillo—. Lo que soy es un optimista nato. A la vida hay que sacarle jugo y saber ver hacia dónde sopla el viento en cada momento.

La Criatura rió, no muy alto pero lo suficiente como para que se oyera un murmullo.

—¿Has oído eso? —dijo aquella mole humana llamada Marco mientras, acojonado, cargaba su automática.

—Tranqui, Marco, habrá sido un rat…

El cigarrillo de Mercucio cayó al suelo sin que le diera tiempo a dar una calada. Los cinco litros de sangre de su cuerpo surtieron a presión de un boquete enormemente horrible abierto en su pecho mientras él desfallecía en el suelo.

—¡AAAAAAAAHHHHHH! —el grandote gritaba y vaciaba su cargador disparando a la oscuridad. Y fue la oscuridad misma la que cortó su cabeza y la sostuvo como un trofeo, para luego hacerla rodar por el suelo.

Casi había terminado. Sólo quedaba el mensaje, manchó su índice con sangre y se dispuso a escribir en la pared cuando oyó un ruido que venía de otra habitación. Abrió una puerta y allí había un tipo amordazado a una silla. Tenía parte del rostro amoratado y quemaduras por todo el torso desnudo. Le observaba con extrañeza respirando entrecortadamente, no sabía muy bien qué era lo que estaba viendo. Sus ojos pedían piedad, tal vez deseaban que se le diese muerte de una vez, o tal vez pensaban que definitivamente se había vuelto loco. La Criatura estudió la situación y decidió que hoy era el día de suerte de aquel pobre desgraciado.

Tú eres inocente.

La voz de aquel ser oscuro no surgió de unos pulmones, surgió de la oscuridad misma que la conformaba y golpeó en la cabeza del prisionero. Las cuerdas y la mordaza que lo sujetaban se cortaron limpiamente y él salió corriendo, como alma que lleva el diablo.

Tras aquella interrupción, la Criatura volvió a lo suyo, el mensaje. Posó el índice en la pared y decidió que esta vez obsequiaría al Monstruo con algo más creativo.


Pulsa aquí para ir a la anterior entrada.


Pulsa aquí para continuar.

No hay comentarios: